Lo que una vez fue celebrado como una tierra rica en oro, hoy se ha transformado en un territorio sin ley en la región de Pataz. Organizaciones criminales operan con impunidad, reclutando individuos y proveyéndolos de armamento de largo alcance. Estos grupos se enfrentan violentamente por el control de las vetas de oro dentro de las minas, donde múltiples facciones explotan diferentes filones. La ambición por las vetas más productivas desata una brutal lucha de poder.
Estos enfrentamientos dejan un saldo trágico de vidas perdidas, cuyos cuerpos rara vez son entregados a sus familias. Testimonios de la zona señalan que las víctimas son arrojadas a los profundos huecos dentro de los cerros, los mismos lugares de donde se extrae el precioso metal.
El último incidente de violencia se registró el sábado 25 de abril, cuando el grupo autodenominado «Los Parqueros» este grupo estaría integrado por los, Pulpos y la nueva alianza se enfrentó a tiros con personal de R&R, una concesionaria del grupo La Poderosa. El resultado de este choque fue la muerte de varias personas, quienes habrían sido capturadas y asesinadas en el lugar. Además, se reportan personas desaparecidas, cuyos familiares claman por su retorno.
Contrariamente a la versión de un secuestro, lugareños familiarizados con la dinámica de estos grupos armados dentro de la mina sugieren que se trató de un enfrentamiento directo por el control de una veta particularmente productiva. «Estos grupos tienen mucho dinero, esto es por quitarse la beta», comentó un residente anónimo.
Estos actos delictivos son una constante en la lucha por el control de las vetas. La victoria siempre favorece al grupo con mayor número de hombres y armamento. Aquellos que son capturados terminan asesinados y sus cuerpos desaparecen en las fosas comunes dentro de las minas, tal como se descubrió hace meses por la policía. Se ha podido conocer que la beta donde ocurrió el reciente enfrentamiento había estado previamente bajo la posesión de Palermo, actualmente encarcelado.
La presencia de la Policía y el Ejército en Pataz se limita a la vigilancia de las entradas de las minas. Según fuentes locales, las fuerzas del orden no ingresan al interior, describiendo la zona como una «ciudad con dientes», donde cada grupo armado controla su propia beta.
Testimonio Revelador de un Implicado:
Un testimonio escalofriante de un individuo presuntamente involucrado en el enfrentamiento del 26 de abril arroja luz sobre la brutalidad de los hechos y la aparente inacción de la empresa. Según su relato: «El 26 de abril entramos dos patrullas a las labores de los mineros ilegales. Tuvimos un enfrentamiento, de nuestro lado ganamos y hubo dos bajas del lado contrario. Cuando fuimos a limpiar la zona, empezó a salir bastante humo por diferentes lugares y logramos escapar. En ese momento nos dimos cuenta que la segunda patrulla no logró salir y fuimos a reportar que los habían cogido. Por orden del señor Cueva, el gerente de RyR, nos dijo que esperáramos porque seguro iban a pedir plata, que él estaba coordinado con los señores Senturión. No daban ninguna llamada. El lunes en la noche ingresamos porque no escuchábamos ningún ruido y nos percatamos que a nuestros compañeros los habían matado. Al salir a reportar, la contrata nos dijo que los dejáramos ahí y no quieren hacerse responsables porque mis compañeros están en el mismo camino que ingresamos a las instalaciones de la empresa. Por órdenes de arriba nos dijeron que no quieren hacerse responsables y nos dijeron: ‘Déjalos ahí’.»
Este testimonio, de ser verídico, plantea serias interrogantes sobre la actuación de la empresa R&R y la falta de protección brindada a sus trabajadores. La situación en Pataz continúa siendo alarmante, con la violencia y la impunidad como protagonistas en la lucha por el oro.