El mercurio no huele, no tiene sabor, es plateado y líquido, y fluye como si fuera agua pesada. Es mortal: uno de los venenos más persistentes y peligrosos. Los mineros ilegales usan esta sustancia para procesar el oro en la Amazonía peruana y en otras partes del país como Pataz, en la sierra de La Libertad.
Desde 2011, solo en La Pampa, Madre de Dios, se han liberado más de 600 toneladas de mercurio, envenenando bosques, ríos y personas. En esta región se ha deforestado más de 20 000 hectáreas de Amazonía.
Al liberarse en la naturaleza, el mercurio se convierte en metilmercurio, un veneno que sube por la cadena alimenticia: contamina peces, envenena animales y termina en los cuerpos humanos. Ataca el sistema nervioso, daña riñones y afecta a bebés en gestación, dejando secuelas irreversibles. En plantas, se acumula en suelos y debilita bosques enteros. No desaparece: viaja por aire, agua y tierra, contaminando a generaciones.
Hoy los mineros ilegales lo usan para amalgamar oro mientras se filtra en riachuelos y grandes ríos. En decenas de comunidades indígenas ya se sienten los efectos. El mercurio se acumula en órganos humanos, daña riñones, hígado y sistema nervioso. Madres gestantes y recién nacidos consumen peces contaminados. En los niños provoca déficit cognitivo y problemas motores. Los índices de contaminación en sangre y cabello superan los límites considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Daños ecológicos
Los daños ecológicos también son irreversibles en las cuencas del Marañón y el Cenepa. Más de 200 dragas operan sin descanso, removiendo sedimentos y liberando más mercurio al agua. Las balsas oxidadas drenan el lecho fluvial mientras grupos armados vigilan la actividad ilegal.
“El río Cenepa está muriendo, porque todos tienen problemas por el mercurio que usan. Obviamente ellos dicen que también están preocupados, pero morir de hambre o morir mañana, mejor yo quiero comer, dicen”, afirmó Agustina Mayanna Apikey.
La expansión minera se extiende ya a 21 de las 25 regiones del país y amenaza 15 áreas naturales protegidas, así como comunidades nativas defensoras de los bosques. Rubén Guinaguanca, abogado de la asociación Paya Esperanza, que lleva cinco años protegiendo a defensores de la cuenca del Cenepa, explica: “Estamos aquí acompañando a líderes que vienen siendo amenazados de muerte por la actividad ilegal, específicamente por el oro. En 2022 encontramos alrededor de 25 puntos de extracción. En 2023, 70 puntos”.
Los hallazgos presentados en esta nota fueron obtenidos del documental “Nuestro Oro: sombras y brillo”, realizado por Latina, una obra que arroja luz sobre las consecuencias de la minería ilegal en el país.